jueves, 13 de agosto de 2015

La Agencia de Protección Ambiental contamina el río Colorado


El río Colorado, una de las principales vías fluviales de Estados Unidos, sirve para regar los cultivos y para abastecer de agua potable a más de 30 millones de personas. Pero, además, este enorme río tiene otro uso: recibir algunos de los vertidos tóxicos más escandalosos de los que se tiene noticia. En esta última ocasión, el vertido ha teñido el agua de un amarillo mostaza que proviene de unos negligentes trabajos en una mina.

Millones de litros de residuos tóxicos procedentes de ha afectado al río en unos 160 kilómetros. Como ocurre a menudo, el río sufrió un vertido contaminante, pero una imagen vale más que mil palabras, por lo que bastó que su curso de agua adquiriera un chivato color mostaza para que el suceso diera la vuelta al mundo. Su viralidad estaba cantada.



El problema, sin embargo, es mucho más frecuente de lo que se cree, aunque pocas veces el causante es la propia Agencia de Protección Ambiental (EPA) del país. Sus técnicos fueron los responsables del accidente el pasado 5 de agosto en el condado de San Juan, al suroeste del estado de Colorado, cuando intentaban solucionar las descargas de contaminantes de la explotación de una mina abandonada que se utilizaba como reclamo turístico.

Un nuevo vertido

Finalmente, el remedio fue peor que la enfermedad y un equipo federal de limpieza de minas demostró que lo suyo no es la profesionalidad, precisamente, y vertió por accidente millones de litros de residuos en el arroyo Ánimas, afluente del Colorado.

Como era de esperar, los efectos en el cauce general no tardaron en apreciarse a simple vista… Pese a su espectacularidad, a pesar también del golpe ambiental que ello ha supuesto, el accidente no ha amenazado el suministro de agua potable. Oficialmente, al menos, así se ha determinado, una decisión sorprentende, habida cuenta de la presencia de arsénico y plomo en el agua.



Las mismas autoridades ambientales han provocado un desastre ecológico que, como no podía ser de otra manera, ha provocado el descontento de los vecinos y una avalancha de críticas. Al menos, se espera que la metedura de pata sirva para tomar las debidas precauciones, con el fin de evitar que futuras reahabilitaciones de minas abandonadas provoquen una catástrofe similar.

Se trata de una bomba de relojería, de un campo de minas en todo el país, con un gran peligro potencial. Solo en la cuenca del Animas hay alrededor de 400 minas abandonadas, y muchas de ellas tienen problemas de vertidos de metales pesados.

Anteriormente, el río ha sufrido poluciones similares, pero “no tan llamativas”, apuntan desde Animas River Stakeholders Group (ARSG), una organización que busca mejorar la calidad del agua del río. En concreto, el de 1975, uno de los más sonados, pintó las aguas de color aluminio.



Un río que desaparece

Si los distintos atentados ambientales pueden calificarse de desastres abmientales, no lo es menos su progresiva pérdida de caudal. Desde principios de siglo los científicos vienen advirtiendo de su constante e imparable reducción de flujo, con un pronóstico desastroso hacia 2050, ya que éste podría reducirse a la mitad.

El cambio climático es la principal razón por la que el río está secándose a marchas forzadas, de acuerdo con un estudio llevado a cabo por la University of Colorado.

Y, lógicamente, si peligra su subsistencia no solo sufrirá un duro golpe la economía local, sino que también lo hace la de las poblaciones que se abastecen y viven de ella, amén del irrecuperable daño ambiental que supondrá para los ecosistemas de la zona. Eso sí, la devastación que se espera podría ver acortada su agonía a golpe de derrames tóxicos… ¿De qué color se teñirá la próxima vez?

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