martes, 22 de noviembre de 2016

Las emisiones de CO2 se estabilizan, pero el futuro pinta negro


Si se detienen o, dicho con mayor propiedad, se estabilizan las emisiones mundiales de dióxido de carbono (CO2), el principal gas de efecto invernadero, solo podemos alegrarnos. Sin duda, pero junto con esta noticia nos dan otra mala que, a la postre, anula a aquella. Y es que las alegrías relacionadas con el cambio climático suelen durar poco o, como mucho, tener su contraparte.

En este caso, la misma fuente que nos da la buena noticia también la contextualiza, para finalmente concluir que realmente no es tan buena. Se trata del último informe del Global Carbon Project, una asociación científica perteneciente a la Universidad británica de East Anglia, cuya revisión anual se concluye que 2015 supuso un balón de oxígeno para la lucha contra el cambio climático.

La razón no es para echar cohetes, pues sencillamente se produjo un estancamiento de las emisiones mundiales de CO2 liberados por las actividades humanas. Pero no solo eso, porque además se espera que la tendencia siga hasta final del presente año, permaneciendo estable durante todo 2016.

Hasta aquí, la conclusión del estudio, publicado en vísperas de la reunión de jefes de estado en la reunión climática en Marrakech (COP22), que se clausura hoy. Son conclusiones positivas, pero al mismo tiempo dramáticas, porque este descenso de emisiones no nos acerca en absoluto a los objetivos de la lucha contra el cambio climático.


O, lo que es lo mismo, frenarlo para evitar llegar a un punto de no retorno en el que se disparen los eventos extremos y el deshielo requiere de más. De mucho más compromiso y, sobre todo, acción y, en este sentido, haberlo presentado en la COP22 ha sido muy acertado.

Como apuntamos en un anterior post, la conferencia climática celebrada estos días en Marruecos se orienta a la acción. Aunque ésa sea incipiente, al menos se espera que sirva como pistoletazo de salida para empezar a convertir en hechos lo acordado en el histórico Acuerdo climático de París, en vigor también hace apenas nada.

Una de cal y otra de arena

Volviendo a los resultados del informe, resulta interesante conocer las causas que han provocado este estancamiento, pues tiene mucho que ver con la dinámica económica de los principales países emisores.

En esta ocasión, ha influido de forma decisiva tanto la desaceleración en el consumo de carbón en China como, por otra parte, un fuerte crecimiento en la India, sobre todo como consecuencia de un mayor acceso a la electricidad. En porcentajes, aumentó un 6,3 por ciento en sus emisiones de carbono durante 2015.


Así las cosas, el menor consumo de carbón en China debido a su desaceleración junto con un mayor uso de renovables se contrarresta con aquellas. De no haberse compensado, habríamos tenido un balance mucho más esperanzador. No en vano, la potencia amarilla es el primer país contaminador, responsable de casi un tercio (29%) de las emisiones globales.

Si bien redujo sus emisiones en un 0,7 por ciento, de nuevo contextualizar la cifra acaba suponiendo un jarro de agua fría, ya que había subido más de un 5 por ciento anual durante la década anterior. Por su parte, las emisiones de los Estados Unidos, otro de los grandes emisiones mundiales, representaron el 15 por ciento del total, y su descenso fue muy superior al chino, triplicándolo de largo, con una caída de un 2,6 por ciento.


La razón, otra vez una disminución de la proporción de carbón, uno de los combustibles fósiles que más aceleran el cambio climático. Un menor uso que fue posible al sustituirse por otras fuentes menos perjudiciales para el clima, si bien no son en absoluto ecológicas, como el gas o el petróleo.

¿Y qué hay de la Unión Europea? Los veintiocho países comunitarios no han contribuido a mejorar la situación, precisamente. Tras una larga recesión provocada por la crisis ecológica, sus emisiones, que representan el 10 por ciento a nivel global, están aumentando al ritmo de la recuperación económica, con un 1,4 por ciento más que no ayuda, precisamente.

Un futuro incierto

Visto lo visto, el objetivo, obviamente, no es otro sino conseguir que las emisiones disminuyan, no solo dejen de crecer. Idealmente, en una situación de crecimiento económico, tal y como ha ocurrido esta vez, pues de forma global las emisiones se han mantenido por debajo del 1 por ciento en 2015, con un crecimiento económico mundial del 3 por ciento.

Sea como fuere, sin embargo, la única manera de detener el cambio climático o, si se quiere, de evitar que se acelere es “disminuyendo rápidamente las emisiones globales, no solo consiguiendo que dejen de crecer”, apunta Corinne Le Quéré, directora del Centro Tyndall de la mencionada universidad y una de las autoras del estudio.


Los resultados del informe son positivos pues representan una ayuda para luchar contra el cambio climático, pero solo como punto de partida, apuntan los expertos. “Con esto no es suficiente”, dice la especialista.

En definitiva, solo cuando los países firmantes del Acuerdo climático empiecen a cumplir objetivos de forma clara y medible será posible empezar a sonreír. Por lo pronto, limitar el calentamiento global según lo previsto para final de siglo, -por debajo de esos famosos 2 grados centígrados en relación a los niveles preindustriales- sigue siendo una utopía.

Dar los pasos correctos y hacerlo de forma urgente es necesario. Lo importante, lo realmente determinante, es que todavía no es demasiado tarde. El reloj del cambio climático no perdona, y no admite trampas ni retrasos. De nosotros depende. La ciencia no se cansa de repetirlo, y el mundo sigue sin acabar de reaccionar.

Ana Isan

No hay comentarios:

Publicar un comentario