El viento constante forma estructuras tan conocidas como las dunas, pero también produce otras formas muy particulares y, a veces, espectaculares, en las rocas de las regiones donde actúa con mayor intensidad.
La acción erosiva del viento
El viento, por sí mismo, no tiene suficiente fuerza para producir efectos de meteorización. Lo que sí puede hacer es transportar partículas que, cuando chocan con el terreno, lo van desgastando. Este tipo de erosión suele ser lento y, para que se produzca, el territorio debe estar desnudo, ya que la vegetación disminuye o anula el efecto.
La erosión eólica se produce, pues, en zonas áridas, como los desiertos y la alta montaña. Estos tienen además otra característica imprescindible: las grandes diferencias de temperaturas. Esto hace que la roca se rompa y la erosión eólica pueda actuar con mayor eficacia.
La corrosión es la abrasión sufrida por las rocas al ser friccionadas por los impactos de las partículas arenosas que son transportadas por el viento. Cuando estas partículas golpean las rocas sufren a su vez una transformación, tomando un aspecto redondeado. Cuando el viento pierde fuerza va depositando los materiales transportados de forma gradual, lo que habitualmente da lugar a la acumulación de partículas de similar tamaño y peso.
Desiertos y dunas
Generalmente se llama desierto a un área cuya precipitación media anual es inferior a 250 mm y donde, en la mayoría de los casos, la evaporación excede a la precipitación como resultado de una temperatura media alta. Debido a la falta de humedad en el suelo y en la atmósfera, los rayos del Sol inciden con fuerza. Las temperaturas durante el día pueden alcanzar los 55 °C a la sombra; durante la noche, el suelo del desierto irradia el calor a la atmósfera y las temperaturas pueden descender hasta el punto de congelación.
Las dunan son como montaña de arena que se forman en los desiertos, aunque también lo hacen en el borde de los lagos y del mar, donde los vientos son fuertes y tienden a soplar en una sola dirección. Los campos de dunas se extienden a lo largo de miles de kilómetros cuadrados en los desiertos del norte de África, en la península Arábiga y en Asia central.
El viento, al mover los granos de arena, causa el crecimiento en altura de las dunas, así como su traslado. Una duna en crecimiento puede desplazarse hasta 30 m por año. La cara que opone al viento es siempre más larga y menos empinada que la cara contraria.
Los depósitos de dunas antiguas que quedan enterrados se transforman en arenisca, la cual presenta una estratificación asimétrica, llamada estratificación cruzada, que revela la dirección del viento que la originó.
Fuente: Astronomía
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