sábado, 21 de enero de 2017

2017: un año decisivo para abejas

Seguro que más de una vez has escuchado este nombre: neonicotinoides. Los neonicotinoides son una familia de insecticidas diseñados para actuar sobre el sistema nervioso central de aquellos insectos considerados como plagas de los cultivos y... matarlos. También son el producto estrella de grandes compañías como Bayer y Syngenta, y se han convertido en los insecticidas más vendidos del mundo. Por ello, están omnipresentes en todo el medio ambiente.


Pero como “buenos” insecticidas que son, presentan un serio riesgo para las abejas: y es que los insecticidas no saben distinguir entre aquellos insectos que son altamente beneficiosos y los que no lo son. Las abejas, por ejemplo, son un eslabón esencial para la biodiversidad y la producción de alimentos, al realizar algo tan fantástico como es la polinización. Es fundamental proteger aún más a los polinizadores de la amenaza que suponen los insecticidas como los neonicotinoides. En 2013 una serie de descubrimientos científicos llevaron a que se pusiera en marcha en Europa una prohibición parcial de cuatro de los peores insecticidas que dañan a las abejas (tres neonicotinoides: clotianidina, imidacloprid, tiametoxam y el fipronil de otra familia). Esta prohibición se aplica sólo a los cultivos que atraen a las abejas melíferas y para determinados períodos de la vida de estos cultivos. Pero los peligros acechan por muchas otras vías y afectan a muchas más especies.
Centenares de nuevos estudios muestran que la amenaza es más seria de lo que se pensaba

Desde entonces la investigación sobre los impactos de los neonicotinoides no ha parado. Por ello, Greenpeace encargó a uno de los principales institutos en este campo, la Universidad de Sussex, una revisión de las nuevas investigaciones. Dos científicos independientes han analizado cientos de estudios y reunido sus conclusiones en un nuevo informe que Greenpeace publica hoy (resumen en castellano, informe completo en inglés). El informe nos enseña un escenario aún más preocupante. En él se muestra que los neonicotinoides no sólo son una seria amenaza para las abejas melíferas, sino también para una amplia gama de otros animales, incluyendo abejas silvestres, abejorros, mariposas, aves e incluso insectos acuáticos.


La agricultura ecológica protege a los polinizadores

La agricultura ecológica mantiene y fomenta la biodiversidad sin plaguicidas químicos ni fertilizantes sintéticos. Aumenta la resiliencia global de nuestros ecosistemas. Muchos agricultores europeos están dispuestos a cambiar sus prácticas agrícolas, pero dependen de los plaguicidas y fertilizantes, lo cual no les permite salir de este sistema.

Los responsables políticos deben ayudar a los agricultores a cambiar hacia métodos ecológicos. Deben eliminar los subsidios más perjudiciales para el medio ambiente y trasladar el gasto público a la investigación y los proyectos sólidos de desarrollo rural que incluyan la agricultura ecológica. Es un largo camino a recorrer, pero es la única manera de proteger la vida tal y como la conocemos y garantizar la producción de alimentos hoy y en el futuro.

Porque el cambio es urgente, si aún no los has hecho, firma nuestra petición para salvar a las abejas y la agricultura. ¡Queremos mostrar que somos un gran enjambre y te necesitamos para ser parte del #EquipoAbeja!

Luís Ferreirim
Greenpeace México

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