sábado, 22 de noviembre de 2014

Alimentación ecológica


La elección de una alimentación ecológica es la adopción de un estilo de vida más saludable, y a su vez un mayor respeto por la naturaleza, aunque no todo en ella es idílico, pues se trata de un modelo alimentario alternativo, al menos hoy por hoy, lo que supone un sinfín de problemas a la hora de encontrar alimentos, sobre todo si además intentamos conseguirlos a buen precio.

En efecto, la alimentación ecológica engloba mucho más que la simple elección de algunos productos aislados de tipo bio, incluso incluyendo la certificación. Para que una dieta pueda considerarse ecológica, la gran mayoría de sus ingredientes han de serlo, desde la sal o el agua hasta la carne, frutas, verduras.

Se trata, en suma, de un estilo de vida que idealmente abarca desde los mismos alimentos hasta su huella de carbono o, por ejemplo, la forma en la que los adquirimos, pues los envases de los alimentos a menudo son doblemente perjudiciales por resultar contaminantes y ser nocivos para la salud a consecuencia de sus componentes tóxicos.
Ventajas e inconvenientes

Sus precios prohibitivos o, si se quiere decir de otro modo, su mayor precio frente al de los alimentos convencionales, hacen que resulten caros. Son muchas las razones que hacen que ello sea así, desde una menor productividad a consecuencia de una menor demanda, hasta los mayores costes de producción o, cómo no, su venta como producto gourmet.

Como hemos apuntado anteriormante, la dificultad para encontrar distintos productos en un mismo establecimiento hace que sea problemático hacer una compra unitaria, con el lógico inconveniente.


Sin embargo, también hay muchas ventajas que hacen de la alimentación ecológica una opción diez para una alimentación más saludable y, de algún modo, no tan cara como pueda parecer.

Ello es así gracias al mayor componente nutritivo de los alimentos ecológicos, según concluye un reciente estudio publicado en la revista British Journal of Nutrition que presentó “pruebas abrumadoras” de ello, intentando dar por zanjado el eterno debate de la diferencia entre la alimentación tradicional y la bio.

Este estudio dejó patente que la agricultura ecológica era más beneficiosa para la salud, pues los productos orgánicos tienen más antioxidantes, menos pesticidas y tóxicos, ni utilizar transgénicos. Su conclusión es clara: el tipo de agricultura es decisivo si buscamos un producto más o menos saludable.



En suma, los cultivos orgánicos permiten obtener hasta un 69 por ciento más de compuestos antioxidantes, preventivos de enfermedades cardíacas, cáncer y otras patologías, señala el estudio. Y, desde un punto de vista práctico, mirando el bolsillo, resultan económicos si consideramos que nos permiten incorporar mayor cantidad de antioxidantes en la dieta sin tener que consumir calorías extra, gracias a esa mayor aportación de sustancias beneficiosas.

Un planeta más verde

Por otra parte, una alimentación ecológica ayuda al planeta, es decir, supone un valioso gesto en pro de la sostenibilidad, tanto en lo que respecta a la conservación de los recursos como a un menor despilfarro energético y de materias primas, lo que se traduce en una menor polución.

Además, no podemos dejar de mencionar esa parte más respetuosa con los animales, desde los que viven en libertad, -ya que colaboramos en la conservación de su hábitat-, hasta de los mismos animales de granja.

En este punto, un alimento ecológico puede ser sinónimo de mejores condiciones de vida para vacas lecheras o, por ejemplo, para las gallinas ponedoras, pues la normativa obliga a tomar una serie de medidas para que no estén hacinados, salgan al aire libre y tengan una alimentación orgánica.


Del mismo modo, la agricultura ecológica emplea pesticidas químicos de forma mínima o incluso prescinde de ellos, y ello también beneficia al entorno en el que se encuentran los campos. Una interesante ventaja o beneficio está relacionado con la población de polinizadores, cuyas poblaciones están tremendamente afectadas a consecuencia de la agricultura tradicional.

Por contra, cuando la agricultura es ecológica, se crea un ecosistema eco-amigable, que finalmente no sólo respeta a abejas y demás polinizadores, sino a todo el ecosistema, pues no olvidemos que éstos son elementos clave de la cadena alimentaria.

Alimentación ecológica y vegana

Aunque la alimentación ecológica a menudo se asocia con un estilo de vida vegano, esto no tiene por que ser así. No necesariamente, al menos. Además de que el veganismo es un mundo muy amplio y heterogéneo, en realidad son dos cosas distintas.

Por lo tanto, aunque ser vegano suele significar ser ecológico, no toda alimentación ecológica es vegana, y ésta no es tampoco una fase superior, a la que haya que tender. Simplemente, se trata de una opción más.



Es cierto que no puede negarse que un vegano contribuye especialmente al cuidado del planeta, ya sea vegano puro o un flexitariano, -su variedad más lithg-, e incluso a la sostenibilidad y al futuro de la humanidad, pues consumen poca o nada de carne, y ello es un factor fundamental contra la inseguridad alimentaria a nivel mundial.

Sin embargo, la alimentación ecológica es una cuestión distinta, referida fundamentalmente a un modelo alimentario que busca la calidad, la diversidad y consumir menos alimentos pero de mayor calidad sin que ello signifique atentar contra el planeta. Utopía en estado puro, pero que ya empieza a hacerse realidad.

Todo ello, dentro de un marco de sostenibilidad que aboga por un mundo mejor, incluyendo también un esquema de producción que tienda hacia un comercio justo, que respete tanto el entorno como al trabajador. En un futuro, quizá también se evolucione hacia el respeto a los animales de granja, si bien hoy por hoy es un asunto de minorías. Tiempo al tiempo…

Fuente: Ecología Verde 

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